Ellas, contra todas las probabilidades, están empezando a cambiar sus historias y las de miles de mujeres que ahora entienden que no hay tradición ni saber ancestral que justifique ninguna violencia en su contra, ni en contra de sus hijas ni de sus nietas. Es una lucha en la que las acompañan muchos hombres de sus comunidades y mujeres no indígenas. Entre ellas, Ángela Maya, una obstinada profesora pereirana que convenció a los emberás de Pueblo Rico (Risaralda) de permitir, por primera vez, un colegio de bachillerato femenino.
De La Guajira de los wayús al Cauca de los nasas, los paeces y los misak, y de la Sierra Nevada de los arhuacos a las selvas de los emberás, reporteros de EL TIEMPO encontraron las historias de las que se arriesgan al rechazo, la exclusión e incluso al castigo físico para mover el cambio en sus comunidades y que exigen, cada vez con más fuerza, que sus voces sean escuchadas.
Fuente/ElTiempo/MásInformacionaqui