Por: Myrna Cunningham Kain, Vicepresidenta del Consejo Directivo de FILAC
Dali Angel Pérez, Oficial responsable del Programa Juventud y Mujer Indígena de FILAC
Jñaa bichiá neza lua’
ni rini’ ca beleguí ca
Gudaa ndaani’ diaga riuunda binnizá
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Mi madre descifró para mis ojos
el lenguaje de las estrellas
Depositó en mis oídos los cantos de la gente nube
Fragmento del poema “Cándida”, de Irma Pineda
Participación de las mujeres indígenas en la gobernanza del FILAC
En una tarde del invierno de 2008, entre los pasillos de un edificio de Tlatelolco se podía escuchar las voces de mujeres indígenas, dialogando sobre posibles propuestas y recomendaciones que aseguraran su participación en la toma de decisiones dentro del Fondo para el Desarrollo de Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC). La voz más fuerte era la de una mujer de Tacuarembó, cuya mayor preocupación era que, al dejar la directiva de esta institución, los esfuerzos y avances colectivos por llevar las voces de las mujeres indígenas en aquel espacio tuvieran un retroceso. No era una preocupación menor, porque muy pronto la reunión finalizaría y debían concretar una propuesta colectiva que sumara la mayor diversidad de voces de mujeres indígenas.
En ese lugar, surgió lo que hoy conocemos como el programa emblemático Mujeres Indígenas de América Latina y el Caribe (MILAC), el cual busca ser un espacio de encuentro de voces diversas, donde mujeres indígenas, mayores y jóvenes, puedan presentar recomendaciones y lineamientos a nuestro trabajo. De esta manera, nuestras acciones como organismo internacional asegurarían responder a las necesidades de las mujeres y la transversalización del enfoque de género.
Hacer un recorrido por los treinta años del FILAC, es conocer las historias de las mujeres indígenas que han sido parte de la gobernanza institucional. Cada acción ha sido determinante para generar cambios positivos dentro de la institución; pero, sobre todo, a favor de sus pueblos. Un ejemplo de ello ha sido Ana María Barbosa, quien al dejar en el 2008 la presidencia del Consejo Directivo, dejó consolidado el programa emblemático de Mujer Indígena.
Otro ejemplo ha sido la contribución de Dialys Ehrman, mujer indígena de Guna Yala y representante de pueblos indígenas de Panamá ante el FILAC ya por el año 2000, cuya experiencia de incidencia internacional y su participación en la famosa carpa de Mujeres Indígenas en Beijing impulsó en la institución la importancia de brindar herramientas de negociación, preparación de documentos y la importancia de promover el empoderamiento de las mujeres indígenas para que ellas se atrevieran a contar y escribir sus propias historias de vida.
No hace mucho formaron parte del Consejo Directivo Hilaria Cruzabie, mujer indígena guaraní de Paraguay, y Estella Nurymar, mujer charrúa de Uruguay. Ambas impulsaron, junto con las jóvenes, la importancia del diálogo intergeneracional en cada uno de los programas emblemáticos del FILAC, considerándolo como un proceso de construcción colectiva, de aprendizajes y desaprendizajes, y, sobre todo, de la recuperación de los valores de los pueblos. Las voces de las mujeres indígenas son las voces de libre determinación, autonomía, democracia, paz y justicia; buscan la complementariedad e igualdad. Sus esfuerzos buscan forjar un mundo con justicia, libre de racismo y libre de discriminaciones. Por ello, asegurar su participación en la gobernanza institucional es de suma importancia.
Fortalecimientos de liderazgos colectivos a través de la formación
Caminar por los treinta años del FILAC es conocer los diferentes procesos de formación que se han realizado y lo que ha significado para las mujeres indígenas. Entre 2007 y 2021 han egresado de nuestros diplomados alrededor de mil mujeres indígenas de Argentina, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Uruguay, Perú y Venezuela.
A pesar de ser un gran desafío, contamos con programas de formación específicos para mujeres indígenas, el Diplomado de Fortalecimiento del Liderazgo de las Mujeres Indígenas región sur que se desarrolla en coordinación con la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI); el Diplomado Regional de Fortalecimiento de Liderazgo de Mujeres Indígenas en su versión virtual, el cual surge en el contexto del COVID-19 y se organiza con la Universidad Carlos III de Madrid y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); y el Diplomado de Fortalecimiento de Liderazgo de las Mujeres Indígenas que se desarrolla en la Ciudad de México en coordinación con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI). Este último diplomado cumple ya quince años. Todos ellos han sido organizados por y con las mujeres indígenas que integran el MILAC.
El desafío en estos procesos de formación se inicia desde el proceso de selección, porque aseguramos un elemento pedagógico diferenciado que, nosotras, hemos llamado la reconexión. Aseguramos que las mujeres indígenas que ingresan no solo sean de un perfil académico alto, sino que tratamos que también participen activistas comunitarias, mujeres jóvenes y mujeres mayores. De esta manera aseguramos la reconexión intergeneracional entre mayores y jóvenes, entre académicas y activistas.
Adicionalmente, la participación de mujeres indígenas de diversos países enriquece los procesos de formación, porque otro elemento pedagógico es el diálogo de saberes. El proceso de formación es un diálogo de conocimientos entre las participantes y las facilitadoras; es una construcción colectiva de conocimientos a partir de sus experiencias de vida.
En junio del 2012, una delegación de doce mujeres indígenas encabezada por Martha Sánchez Néstor, lideresa nancue ñomndaa de Xochixtlahuaca, nos guiaba por Coyoacán para encontrarnos con el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Con el carisma, la lucidez y la elocuencia que la caracterizaban, Martha planteaba al rector la importancia de incrementar, desde la academia, la visibilidad de los pueblos indígenas, en especial de las mujeres indígenas, así como la necesidad de crear estrategias y redes, para fomentar una cultura de derechos humanos y equidad.
Martha Sánchez fue una de las impulsoras de los diplomados de Liderazgo de las Mujeres Indígenas que desarrolla el FILAC, así como otros muchos procesos de formación que han cambiado la vida de muchas mujeres indígenas de los pueblos del Abya Yala. El 30 de julio del 2021, Martha dejó este mundo terrenal y su legado trasciende a muchas generaciones. Los procesos de formación que ella impulsó se replican a nivel local y comunitario a través de las organizaciones de mujeres y en diversas universidades.
Empoderamiento económico, desde lo individual hasta lo colectivo
Hacer referencia a los años de vida del FILAC es adentrarnos a la relación que las mujeres indígenas tienen con la Madre Tierra, la Pachamama, la Maloka, la Mapu; es adentrarnos en las nuevas formas de ver y de forjar la vida. Cada acción de ellas ha venido tejiendo la historia de sus pueblos en las últimas décadas, como cuando bordan y tejen los huipiles, o van insertando las cuentas de coral a los hilos que terminan adornando sus cuellos.
En coordinación con las organizaciones y redes de mujeres indígenas de la región, desde hace varios años hemos venido analizando y reflexionando sobre el significado del empoderamiento económico. Nosotras lo entendemos como un proceso y no como una actividad o un proyecto; en este se incluye una dimensión colectiva y parte del reconocimiento del poder que las propias mujeres ya poseen y en el que se involucran sus saberes milenarios.
Esas reflexiones de las propias mujeres indígenas han proporcionado elementos y directrices al FILAC para mejorar su relación con las organizaciones de mujeres y sus pueblos. Apoyar las actividades económicas de las mujeres indígenas es tomar en cuenta los conocimientos tradicionales de sus pueblos, a fin de fortalecer su liderazgo y mejorar su desarrollo, mediante la igualdad de acceso a los recursos productivos.
Hemos aprendido, a lo largo de estos treinta años, que el empoderamiento económico va acompañado del apoyo técnico y el fortalecimiento de capacidades; pero también de la relación de ellas mismas con la tierra, el territorio y los recursos naturales. Este vínculo incluye aspectos que van más allá de los aspectos socioeconómicos o políticos, ya que incluye aspectos de su cosmovisión, historia colectiva y ancestral, sitios sagrados y rituales.
Actualmente, y pese a muchos esfuerzos y experiencias pasadas, en coordinación con alianzas estratégicas, hemos consolidado un fondo dirigido a las mujeres indígenas del Abya Yala, rompiendo con la tendencia de caracterizar a las mujeres indígenas por sus carencias y vulnerabilidades, que lejos de promover el empoderamiento, conciben a las mujeres indígenas como víctimas permanentes y no alcanzan resultados a largo plazo.
El Fondo Tejiendo Redes tiene por objeto financiar iniciativas de reactivación económica dirigidos por mujeres indígenas y cuenta con un comité integrado por las principales redes de mujeres indígenas que integran el MILAC, quienes nos guían y dan orientaciones. Con el fondo hemos podido financiar iniciativas a organizaciones de Mujeres Indígenas de Argentina, Belice, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, México, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Perú, Paraguay y Venezuela. A través de este fondo, consideramos el empoderamiento económico como un proceso, donde los conocimientos tradicionales de las mujeres indígenas son una fuente misma de poder.
Las mujeres q’eqchi de Belice nos compartían que sus productos no son únicamente para generar dinero, también son afirmaciones, porque cada vez que llegan a los grandes centros urbanos a vender sus productos afirman su fuerza y fortaleza en su trabajo diario, afirman que como mujeres indígenas no se rinden ni bajan la cabeza y que su rol en el sistema económico deber ser reconocido. El bordado que ellas elaboran incluye glifos mayas que son figuras que simbolizan la continuidad de sus tradiciones y valores, estos valores y formas de vida los comparten con otras mujeres y ellas, a su vez, con otros círculos de mujeres; así los saberes y prácticas se mantienen a lo largo de las generaciones.
Enseñanzas de las mujeres indígenas en la participación política
Transitar por la vida del FILAC es también reconocer los grandes aportes y enseñanzas que nos han dejado las mujeres indígenas que se han atrevido a ocupar cargos políticos y de elección popular. Algunas de ellas son egresadas de nuestros diplomados de formación, otras son integrantes de la Cátedra Indígena Intercultural o del MILAC, y otras son quienes se han acercado a la institución para pedirnos acompañamiento y apoyo técnico.
La participación política de las mujeres indígenas ha sido un espacio de mucho interés y desafiante. Su participación ha trastocado intereses e incomodado a los grandes grupos hegemónicos. Estas experiencias también nos han enseñado que la base principal en el ejercicio del poder es la reconstrucción de nuestra propia historia como mujeres indígenas, acompañada de un proceso espiritual interno.
Para las mujeres indígenas es más complejo y difícil ocupar estos espacios; sin embargo, tenemos experiencias de mujeres indígenas candidatas a las presidencias o vicepresidencias en sus países. Mujeres indígenas que han ocupado cargos en diversas instancias de gobierno, en alcaldías municipales o autoridades comunitarias, y también hay quienes han llegado a presidir instancias nacionales como congresos legislativos y tribunales electorales. Por mencionar algunos ejemplos, está el caso de la hermana Arelis Uriana del pueblo wayú del resguardo indígena de Mayabangloma en Colombia, primera mujer indígena en ser precandidata presidencial; Tania Pariona Tarqui, mujer quechua ex congresista del Perú; Segundina Flores, mujer aymara que fue diputada plurinominal en la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia; Diana Atamaint, actualmente presidenta del Consejo Nacional Electoral de Ecuador y María Eugenia Choque, expresidenta del Tribunal Supremo Electoral de Bolivia.
Las mujeres indígenas en estos espacios están sujetas a la discriminación y criminalización. También nos han enseñado que existen factores que facilitan o contribuyen a su participación política, por ejemplo, el estar articuladas en redes de mujeres indígenas, el formar parte de organizaciones de mujeres indígenas y su constante participación en procesos de formación como los diplomados que desarrollamos en el FILAC. Las mujeres indígenas entendemos que, al llegar a estos espacios, nuestras decisiones se colectivizan, y que es necesario retomar aspectos fundamentales como los valores y principios propios de nuestros pueblos.
Las mujeres indígenas miramos el futuro con esperanza
Las mujeres indígenas somos portadoras de conocimientos ancestrales, somos cuidadoras y sanadoras, cuidadoras de nuestras hijas, hijos y familias, somos parte de las culturales milenarias que han garantizado la sobrevivencia de los espacios de biodiversidad, el cual constituye el acervo cultural de la humanidad. Las mujeres indígenas nos reinventamos, miramos el futuro con entusiasmo y esperanza, nuestras abuelas a lo largo de generaciones nos enseñaron a decir que somos hijas de la Madre Tierra. Esta reinvención la hemos expresado a través de las danzas, los diseños, la innovación, la poesía y la música, donde hemos podido reivindicar nuestros derechos, recuperar la memoria histórica, luchar contra el racismo y revitalizar nuestras lenguas indígenas.
Sara Curruchich, cantante y compositora de origen maya kaqchikel, nos compartía sobre el gran poder que tiene el arte en un seminario virtual con jóvenes indígenas. El arte tiene la capacidad de invitarnos a unificar nuestra palabra, unificar las sonoridades y dignificar todo lo relacionado a nuestros Pueblos. El arte nos permite nuevas formas de romper el silencio, de transformar el dolor y mediante el sonido viene la sanación.
Con nuestras propias particularidades, diversas y complejas, enlazamos nuestras luchas, nuestras visiones y las historias de nuestros pueblos. Nuestro compromiso por la defensa de nuestros derechos es un proyecto de vida, que poco a poco ha ido trascendiendo y transformándose. Hemos logrado ocupar cargos políticos, crear nuestros propios procesos de formación, replantear nuevos conceptos y escribir nuestras historias.
En estos treinta años, queremos reconocer y saludar a cada una de las mujeres indígenas que han aportado con sus conocimientos y sabiduría a las transformaciones positivas de nuestra institución, decirles que desde el programa de Mujeres Indígenas del FILAC, continuaremos trabajando por su empoderamiento integral, por las luchas y combate a todas 81 las formas de violencias, promoviendo las existencias de programas y políticas públicas que respondan a sus necesidades actuales.
De igual manera, reconocemos el gran aporte de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que a lo largo de estos años ha contribuido en el empoderamiento individual y colectivo de las mujeres indígenas.