Dicen que es una gota de sangre por una de lluvia», comenta nerviosa Karina Vicente antes de su primera pelea en un apasionado ritual indígena del sur de México, dedicado al dios de las tormentas, Tlaloc, con creciente participación femenina.En el pasado el ceremonial «era más con los hombres, pero de un tiempo para acá (las mujeres) queremos aportar en esta tradición» de más de 300 años, señala a la AFP en el municipio de Zitlala (estado de Guerrero). De 22 años, la estudiante de psicología deja claro que aunque los latigazos «sí lastiman», la intención es que ambos sexos contribuyan a mantener esta costumbre náhuatl para atraer lluvias y buenas cosechas.