Pese a estar permanentemente amenazadas por actividades ilícitas como la minería o la tala y ser poco reconocidas en los acuerdos internacionales, las tierras protegidas por grupos indígenas y comunidades locales secuestran al menos 30 toneladas de dióxido de carbono al año por hectárea.
Esto es más del doble que lo que secuestran las tierras manejadas por otros grupos, incluyendo las Áreas Naturales Protegidas, y representa el 30 por ciento en promedio de lo que capturan juntos Brasil, Colombia, México y Perú si quieren cumplir sus compromisos internacionales para mitigar el cambio climático.
Fuente: SciDevnet/Más información aqui